martes, 17 de agosto de 2010

Los inconvenientes del paraíso (Janda-Trafalgar)

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Los inconvenientes del paraíso
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CIUDADANOS

Los inconvenientes del paraíso

17.08.10 - 00:20 -
Juana Alvarado camina dos veces por semana, igual que hacía su abuela, a por agua al arroyo de San Ambrosio. En pleno siglo XXI, su familia no tiene servicio de agua potable en su casa, y ella sigue sacando el líquido elemento para consumo propio de un pozo, la luz la engancha a un poste sin autorización de la compañía suministradora, y el teléfono sólo le funciona «cuando no sopla el levante».
Juana no vive en un país del tercer mundo. Ella reside en una de las más de mil viviendas existentes en el núcleo costero consolidado de El Palmar, en el término municipal de Vejer de la Frontera.
Su caso, como el de otros muchos ciudadanos (y visitantes) que llegan cada verano a la provincia, es característico del 'paraíso sin servicios' en el que se han convertido algunos asentamientos rurales en primera línea de playa a lo largo y ancho del litoral gaditano. El propio Palmar, Zahora o Los Caños de Meca en Barbate, el entorno de la playa de Fuente del Gallo en Conil o El Lentiscal en Tarifa, son los más conocidos.
En todos ellos se dan circunstancias comunes. El suelo era utilizado originariamente para producción agrícola o ganadera, las edificaciones más antiguas siguen habitadas por lugareños, que se han convertido en promotores gracias al 'boom' inmobiliario y turístico de la costa. Y la mayor parte de nuevas casas son un reclamo por su cercanía al mar para turistas ocasionales o segundas residencias. Por si fuera poco, la mayoría de inmuebles no tiene licencia de obra y carece de infraestructuras y servicios.
El Servicio de Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía reconoce incluso, en varios de sus informes y dictámenes, que se trata de suelos urbanos no consolidados, y que los instrumentos para su ordenación deben ser los planes especiales de reforma interior (Peri) o los proyectos de urbanización. El problema es la lentitud exasperante de las administraciones, que dilatan años y años las elaboraciones de los planes generales urbanos.
En El Palmar, por ejemplo, la Junta impulsó hace un par de años la puesta en marcha de una Oficina de Planeamiento Urbanístico. Estas instalaciones abren este verano sólo dos días en semana, aunque ya han logrado identificar a la mayoría de inmuebles y propietarios de las más de 120 hectáreas de superficie que tiene esta zona.
Su función es canalizar un proceso de regularización histórico, que, según el Ayuntamiento de Vejer, podría iniciarse de facto este mismo año, y que pagarán los vecinos, con un coste estimado que rondará los 60 euros por m2.
Una situación similar se vive, apenas a unos kilómetros más hacia el sur, en otro de los epicentros de viviendas irregulares en pleno litoral atlántico gaditano. Se trata de Zahora, pedanía barbateña que en su origen lo fue de Vejer, y donde se levantan 900 construcciones y docenas de negocios «alegales».
Ordenamiento
Con un caos de tráfico permanente entre junio y septiembre (no existe señalización vertical en todo el entorno), sin red de abastecimiento de aguas, transporte público ni atención sanitaria, la AVV Costa de la Luz que existe en la zona reclama «pequeñas mejoras» que harían de Zahora un lugar «más decente». Son palabras del presidente de la AVV, José Antonio Mármol, que critica la «dejadez y abandono total» al que les somete el Ayuntamiento de Barbate desde hace años.
El núcleo de Zahora está conformado por una red de caminos y antiguas veredas asfaltadas por los propios vecinos, que confluyen al unísono en una playa virgen, a pocos metros del tómbolo y el faro de Trafalgar.
En los años 90 hubo un primer intento de regularización y dotación de servicios, pero dos décadas después el limbo urbanístico continúa imperando en Zahora, pese a los chiringuitos, las escaleras que dan acceso a las playas, o las papeleras con banderas azules anexas.
En 2007 los vecinos presentaron un recurso contencioso para poner en marcha el proceso. La justicia obligó entonces al Consistorio a cumplimentar los trámites para legalizar las viviendas. En ese proceso se está en estos momentos. Barbate ultima los trámites de su PGOU, y Zahora podrá contar con suelo urbano no consolidado gracias a la figura de un Plan Especial en el futuro.
Sin servicios
Mientras tanto los residentes reclaman mejoras y «condiciones dignas». Bastan un par de ejemplos. Los dos colegios de Zahora (con 100 alumnos) y El Palmar, son insuficientes para la población estable existente, y aún padecen aulas prefabricadas y humedades. En materia sanitaria, Zahora sólo cuenta con un puesto de socorro; «es increíble no tener siquiera un médico en temporada alta», lamentan los vecinos. En agosto se llegará a los 10.000 residentes, dos campings permanecerán abiertos en menos de un kilómetro, y varios edificios de apartamentos en alquiler colgarán el cartel de completo.
El Palmar no está mejor; este verano el consultorio abrirá sólo una hora al día, «y el ATS viene un rato y se va», asegura Pepa Melera, vecina de la zona.La situación en ambos núcleos residenciales costeros es peor en agosto. La invasión de vehículos es patente a cualquier hora, y los fines de semana «es un milagro que no pase nada grave».
Sin embargo, aún son numerosos los turistas que acceden a estas urbanizaciones sin servicios, con caminos bacheados, ubicadas a pocos kilómetros de los locales de copas de moda como 'Ojhú' o 'El Cortijo', y de poblaciones con una importante infraestructura hotelera como Conil o Chiclana.
«Vivir aquí es como hacerlo en medio de la nada», asegura Pedro González, madrileño que veranea en El Palmar desde hace una década. Su opinión es distinta cuando se le pregunta por la falta de servicios. «La mayoría no necesitamos más que un chiringuito», dice.
Y ahí radica precisamente el quid de la cuestión. El carácter rústico de la franja litoral gaditana ha ayudado a su eclosión turística en el último lustro. Pero la situación se ha descontrolado y ahora las administraciones, siempre por detrás con sus normativas y planeamientos, se empeñan en poner orden al desaguisado. De ello depende que este trozo de costa siga siendo un paraíso.

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