viernes, 11 de febrero de 2011

A propósito de los huertos familiares y corrales domésticos



Huerto doméstico. Zahora. Jam 2010


Labores hortícolas. Jam. Zahora 2009

Esperamos que entre todos podamos hacer frente a este empuje especulativo y devastador de los planes urbanísticos de los Ayuntamientos, que podamos modificarlos de manera conveniente para que se adecuen a la realidad de la gente y de los pueblos, de los núcleos habitados que aun conserban un cierto carácter rural y que se pretenden urbanizar, porque de seguir así, dentro de unos cuantos de años, nuestras casas formarán parte de esas urbanizaciones estándares que ya hay por toda la costa y alrededor de muchos pueblos y ciudades, siempre pendientes de la amenaza de la polución y de todo tipo de contaminación acústica, lumínica, etc., donde, desde luego, nos resultaría muy caro y difícil mantener cualquier huerto familiar, no digamos cuán difícil será encontrar un corral con unasgallinas.


Estos planes de urbanismo están hechos en general con fines especulativos y recaudatorios más que con fines conservacionistas y/o para mejorar la calidad de vida de los habitantes de los municipios que aun están faltos de algunos servicios. Sólo con lograr poner la etiqueta de "urbano no consolidado", "obligan" a miles de familias que vivimos en los núcleos rurales o urbanos-rurales diseminados (si así se les quiere llamar) como son El Palmar, en Vejer o Zahora en Barbate, a que tengamos que pagar unas tasas desmesuradas, imposibles de pagar así como a tener que quitar los huertos y corrales domésticos que siempre hemos tenido muchas familias y que son necesarios para nuestras vidas.


Nos engañan diciendo que no hay otra alternativa posible para que podamos tener acceso a los servicios públicos básicos y a las mejoras necesarias que nos permitan una mejor calidad de vida. Los políticos nos repiten una y otra vez que ese es el único modelo posible para dotar a estas poblaciones de servicios como la red de agua potable y saneamiento y de los equipamientos necesarios.


En general, estos planes que deberían hacerse respetando escrupulosamente el medio ambiente y la fisionomía y tipología de los núcleos habitados consolidaos, contemplando la diversidad de usos existentes, para conservar -incentivando- las diferentes actividades y trabajos relacionados con el medio rural y el medio ambiente como fuente salud, de cultura y ocio a la vez que de ayuda a la economía de sus habitantes, cada vez resulta más difícil mantener los pequeños huertos y corrales domésticos, porque desde hace tiempo se viene ensombreciendo su necesidad bajo la inexorable presión que ejerce un sistema basado en la especulación inmobiliaria y el boom del ladrillo y en el monocultivo del turismo.


Los llamados planes especiales ni siquiera admiten o contemplan este uso agropecuario de carácter doméstico que siempre ha existido en estas zonas que se pretenden urbanizar, lo que en la práctica significa prohibirlo, su sentencia de muerte, para que desaparezcan. Y esto se consigue imponiendo unos elevadísimos costes de urbanización que llegan a ser de hasta setenta euros por un metro de tierra, ya sea huerto o para el destino que sea, cantidades de dinero inasumibles para la mayoría de las familias, lo que supone verse obligados a abandonar la actividad, a tener que fragmentar y reparcelar sus tierras para venderlas o incluso a tener que marcharse...


Este modelo urbanístico que todos conocemos que hasta ahora se ha venido desarrollado por todas nuestras costas y que ha penetrado hasta el interior, ocupando montes y los campos, ha logrado acaparar la mayor parte de la actividad de nuestros ayuntamientos y de los gobiernos autonómicos en detrimento de otras muchas actividades. Las oficinas técnicas municipales y las concejalías de urbanismo hace tiempo que son las reinas, el caramelo deseado por por todos los partidos políticos locales sean del signo que sean, los clásicos y los de nuevo cuño que se crean expresamente para conseguirlas, en torno a los cuales revolotea todo un enjambre de especuladores insaciables y hambrientos que intentan participar en el reparto del pastel.


Parece que el fin primordial de todo ese trabajo no es otro que el de lograr imponer ese mismo modelo urbanístico ya caduco, estableciendo las directrices que sean las más adecuadas a la hora recaudar impuestos, de modo que el plan en cuestión parece hecho principalmente con estos fines económicos recaudatorios, por encima incluso de otros fines sociales y medio ambientales, amparándose siempre en una falseado ideal de intereses generales.


Es aquí donde muchos ayuntamientos han encontrado un auténtico filón para intentar reponer las expoliadas y maltrechas arcas municipales, en las recalificaciones, en los abultados costes de urbanización de los planes que en casi todas partes imponen el "uso residencial turístico" por encima de los otros.


Para conseguir su objetivo, no existe obstáculos que los ayuntamientos u otras administraciones no puedan sortear, todos son franqueables cuando según ellas los planes se amparan en la creación de riqueza y de puestos de trabajo los municipios.


Gran mentira como nos ha venido demostrando la experiencia de estos últimos años. Los políticos se engañan y nos engañan y continuarán contribuyendo al desastre ecológico, económico y social si como única solución a los problemas económicos vuelven por la misma senda decantándose de nuevo por este mismo modelo, hurgando en la misma herida que produjo el boom inmobiliario.

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